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Polaroid de locura ordinaria (II)

Prometí anteayer concluir con el relato de mis vivencias del fin de semana, así que voy a cumplir primero la promesa y después Yahvé dirá. La gente sagaz entre el público se habrá dado cuenta de que dije que creía que el mundo estaba como una cabra, y, si bien en el primer episodio hay abundantes evidencias de que yo sí lo estoy, no justifiqué por qué hice extensiva al resto del personal tamaña afirmación. Eso sí, para decepción de mis fieles lectores (y alivio del escritor, claro), esto no va a ser ni de lejos tan espectacular, aunque dejo abierta la cuestión de si mi experiencia del sábado es algo normal en un país desarrollado.

Dejamos a nuestro héroe llegando a la estación de tren de Jerez cargado, esta vez sí, con su maleta correspondiente (varias horas después de lo previsto, pero llegando al fin). Volví sano y salvo a casa y, como era de esperar, preferí no arriesgarme a salir a la calle durante el resto del día, no fuera a dejarme la ropa en una esquina o algo. Así que llamé a drevilpontxo con la idea de quedar con darthia y con él para jugar al Magic al día siguiente, en el que había prevista una presentación de Guildpact en Jerez. Tras un par de llamadas quedó claro que a lo que darthia iba a jugar durante el finde era al juego del palo (en los escasos descansos para comer que le dejan sus explotadores) y que drevil tampoco tenía posibilidad de ir el Sábado. El trabajo es esclavo, supongo. Al final quedé con drevil en ir con él a jugar a Cádiz el domingo.

Me levanto (tarde :P) el sábado y, mientras me dispongo a ir con mis papis a comer por ahí, suena el teléfono de mi casa. Es para mi padre. Tras una conversación curiosa, me suelta la historia: Resulta que tiene una compañera de trabajo (la llamante) que lleva un montón de tiempo dándole la lata acerca de mis idas y venidas. ¿El motivo? Pues que dicha compañera tiene un cuñao cuya mayor ilusión en la vida era conocer a un físico. Y yo que creía que los raros eran los que hacían mi carrera, y resulta que no, que son más raros los que están fuera… Total, tras deliberar durante la comida y concluir que no parecía posible que olvidase el tema, acabé hablando con ella para quedar con el cuñado (al que llamaremos Nacho de aquí en adelante). Supongo que sería mi destino.

Hago un inciso para que el lector (en caso de no pertenecer a la secta) considere la situación como se merece. A un deportista, uno se acerca a pedirle un autógrafo porque le admira. Una celebridad aleatoria atrae a la gente por aquello del glamour, o bien porque tiene una vida muy interesante. En ambos casos se trata de gente que, para bien o para mal, le dice algo a una parte abundante de la sociedad. Pero a los físicos no nos pasa eso; la gente que se acerca a nosotros persigue más bien contarnos sus particulares teorías sobre el mundo. Y, por supuesto, Nacho no me defraudó.

Nacho es ingeniero, aunque tiene bastantes inquietudes de naturaleza cósmica (me refiero a cosmología, no a la bruja Lola). Una vez presentados, y como le había dicho que a las seis quería estar de vuelta en mi casa, nos pusimos al grano: resulta que este hombre tiene una teoría muy particular sobre la gravedad, que a él le parece más intuitiva que las explicaciones de Newton o Einstein. Según él, la idea es que a cada cuerpo llegan, continuamente, partículas gravitatorias (como «piedrecitas») que los bombardean sin piedad por todas partes. La materia absorbe en parte esas particulitas, haciendo su flujo más débil. Por ejemplo, pensemos en un planeta triste y solo en el espacio; continuamente le llegan partículas de todos lados, así que no tiene fuerza neta. Si le ponemos cerca un sol, parte de las partículas que vienen por el lado del sol son absorbidas por éste, por lo que por ese lado hay un defecto neto de «pedradas». Entonces, debido al empuje del resto de «piedrecitas», el planeta se acerca al sol.

Por sorprendente que parezca, esta teoría no es completamente peregrina. De hecho, el mayor obstáculo que yo le vi era el origen de dichas «pedradas». Si aceptamos que existen y se comportan como este hombre quiere, la ley de la gravitación de Newton sigue inmediatamente (la fuerza tiende a acercar los cuerpos; cuanto más «gordo» es un cuerpo, más partículas absorbe, lo que hace la interacción más fuerte; y el ángulo sólido subtendido por un cuerpo visto desde otro decae, efectivamente, como el cuadrado de la distancia). Nacho continuó contándome cosas, como que según su teoría el Universo se expande (desde el «borde» del universo no llegan «piedras», así que los cuerpos son acelerados hacia él), el defecto de masa en los átomos se puede explicar (aquí me enzarcé con él porque su explicación no me convencía :P), etcétera. También me dijo que para un niño es más fácil explicar la idea esta de las piedrecitas que convencerle de que los cuerpos se atraen de forma misteriosa. (No sé cómo explicar a un niño que a todo el mundo le llegan piedras por todos lados, pero bueno).

En fin, no fue nada terrible, el hombre era muy agradable y obviamente había pensado en la idea. Yo le animé a que se pusiera en contacto con gente especialista en gravitación; él ya mantenía correspondencia con un catedrático de Granada, y también (pobre imprudente) había intentado hablar con Manuel Lozano (con poco éxito, como era de esperar). La verdad es que le veo bastantes cabos sueltos, aunque es posible que su teoría funcione bien. Pero es más bien difícil que sea aceptada porque sus partículas tienen propiedades (desde mi punto de vista) harto extrañas y porque, posiblemente, al final se llegará a la ley de Newton. Le recomendé que buscase un experimento en el que su teoría se contradijese con las aceptadas y tratase de conseguir que alguien lo hiciera; también insistí en que le diese una forma matemática a la teoría, y (¿me arrepentiré? :P) le di mi correo por si quería contar conmigo.

Pero vamos, que detalles aparte, la cuestión es que a la gente normal se le llama para ir a tomarse cañas al bar, no para hablar de rompedores marcos teóricos. 😛

El resto del sábado lo pasé a base de fútbol, primero con el Xerez, después con el Madrid, y finalmente jugando con mi padre al Pro Evolution Soccer en la Play que le regalamos por Reyes. Preparé después los tiestos para ir a jugar al día siguiente y me acosté para levantarme el Domigo a eso de las ocho de la mañana, cosa que debería estar prohibida por la ley.

Fui para Cádiz con drevil y otro buen amigo nuestro. No voy a entrar en muchos detalles acerca del torneo, más allá de que (a pesar del sueño xD) me encantó eso de volver a jugar, ir para Cádiz todo legañoso y desayunar en un bar poco glamouroso con los colegas, ver a algunos de los históricos que andaban por allí (destacando al gran Antonio Chaves, master de la tienda, por supuesto), abrirle al mamón de delante un mazo de Dios (entró cómodamente pactando la última… el tipo luego vino a darme la mano y a agradecerme el mazo xD), romperme la cabeza a ver qué metía y qué no… hacía ya mucho tiempo desde la última experiencia y la verdad es que me gustaría hacerlo más a menudo (lástima no ser joven). Había unos 40 jipis, cuatro rondas y cuartos de final; yo hice 2-0-2 (en cristiano, dos victorias y dos empates), de modo que me fui de allí imbatido. Mis ocho puntejos no me valieron (obviamente) para clasificarme para la fase final, aunque quedé en un digno 12º lugar y me gané un sobrecito extra.

Creo que con esto es bastante. Espero no haber aburrido mucho, aunque lo del viernes era difícilmente igualable 🙂 Hasta la próxima…