La respuesta
Esta semana me he acordado de este pequeño poema, escrito hace casi exactamente siete años (ya ha llovido) en alguna clase especialmente aburrida, por una de esas curiosas casualidades que se dan de vez en cuando. Debo decir que la mayor parte de mis poemas, sobre todo los que son relativamente más recientes (a partir de 2000, más o menos), tienen algún tipo de historia detrás, y este no es ninguna excepción. Una historia probablemente bastante común para todos los mortales, desde luego, pero una historia al fin y al cabo.
La respuesta
Hoy vengo a tu horizonte
derrotado y tranquilo. En la maleta
sólo quedan cenizas,
el vértigo cobarde de la huida.
Antes hubo una senda, pero ya no hay excusa
para esta noche pálida,
no tengo más tesoro que este sitio que ocupo
y te ofrezco mi cuerpo
para que tus palabras lo desnuden.
Ya no me invade el miedo, quiero verme,
quiero mirar mi rostro
reflejado en tu espejo;
enfrentarme a mi imagen
cuando me la devuelvas
a través de tus ojos,
detrás de tus pupilas, en la blanca
llanura de tus pasos,
sutil, aterradora o refulgente
como este eclipse mutuo,
esta confesión cierta
de lo que soy contigo.10 y 11 de Marzo de 2003
Escribí La respuesta cuando me encontraba en una de esas situaciones —supongo que a todos nos ha pasado— en las que uno no sabe exactamente qué esperar de alguien. Y con «qué esperar» me refiero a lo típico: cuando nos preguntamos si algún sentimiento es mutuo, si merece la pena saltar al vacío y pasar de ser un mero espectador a un actor activo en la historia, aún a riesgo de que ésta haya nacido muerta.
En mi caso particular, ahora lo pienso y me resulta bastante evidente que aquello no iba a ningún lado. Pero las cosas se ven siempre mucho mejor desde la distancia, sea física, emocional o, como en este caso, temporal. Cuando uno está implicado directamente, la respuesta se necesita y se teme, se evita y se desea; sobre todo porque lo que está en juego afecta a la parte de nosotros mismos donde están nuestras inseguridades más tenaces. Y, a pesar de las dudas, mi corta experiencia me enseña que muchas veces es mejor no eternizar la indefinición. Aunque duela, casi siempre es mejor un no que el silencio: primero porque nos evita estancarnos en una vía muerta, y segundo porque si nos arriesgamos a escuchar el no puede ser que lo que recibamos sea un sí.
Ahora bien —y aquí viene la conexión con el presente—, este poema no está hecho como algo genérico, sino con una pregunta muy concreta en mente. Lo imaginé como lo que vendría después de unas cuantas palabras (cuatro, para ser exactos), cuidadosamente escogidas, y que yo tendría que pronunciar en algún momento. Es curioso que, aunque mucha gente conoce este poema, nadie conoce ese detalle. Por eso, cuando vi que mi amiga Belén colgaba inocentemente en su Facebook un cierto álbum de Norah Jones, me vino inmediatamente todo esto a la cabeza.
El título del álbum —que yo, por cierto, no conocía— es What Am I To You?. ¿Qué soy para ti?
Esa, justamente esa, era la pregunta cuya respuesta necesitaba oir. Siete años después, creo que ésta es una excusa tan buena como cualquier otra para contarlo.
Colgado: marzo 25th, 2010 en Cincel del verbo.
Tags: historia, poema, respuesta
Tú eres más que el rescoldo que quedó tras la lluvia,
mucho más que una marca sobre el agua;
eres un equinoccio rebasado,
una nave que a veces ha sufrido las olas,
pero que avanza firme
siguiendo un faro cierto de esperanza.
Por todas estas cosas,
por los lugares nuevos que te aguardan,
los horizontes vastos donde los sueños nacen,
por el rocío que surge de tus dedos
e ilumina el camino,
hoy no puedes rendirte.
Limpia los campos verdes de la sombra,
anuda en tu cabello la cinta que te ataba,
y de esa antigua hoguera
en donde se quemaba tu inocencia
que no quede ni un rastro:
apágala sin miedo,
recoge las cenizas y lánzalas al viento,
deja que vuelen libres
allí donde no pueden hacer daño,
y no vuelvas la vista mientras nace
de tu interior
de tu interior el ave más hermosa.
«Las Cenizas»
porque ¿qué haría la luna sin la noche?
Vaya, no se si me ha conmovido más el poema o el resto del post. Prosa y verso se conjuran juntas, y el efecto no podría ensalzarse mejor que con el comentario de ansita 🙂
ansita las coge al vuelo 😉 La verdad es que se me ha olvidado (imperdonablemente) añadir que después de la movida, la persona en cuestión se convirtió en una de mis mejores amigas (que, a pesar de mi tendencia a no cuidar las amistades, sorprendentemente conservo hasta hoy) y que es de la gente más buena y más especial que conozco.
Por cierto que el poema que ha puesto ansita tiene también su historia… otro día la pongo 😉