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Amapolas Torcidas

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Lake Halcyon

No; hoy no ha sido precisamente un buen día.

Antes que nada, decir que, aunque mis problemas están fundamentalmente relacionados con el ciclismo (aquellos que estaban seguros de que iba a tener algún follón… pues no habéis tenido que esperar mucho :P), mi integridad física no se ha visto afectada. De hecho, supongo que (si sobrevivo a todo esto) me vendrá bien para la figura… 😛

Por partes. Mis desgracias comienzan allá por las cinco de la tarde, cuando voy a salir del trabajo. Lo primero que veo es que me falta un guante. Sí, tal como suena. Resulta que, o se me cayó uno de los guantes en el (breve) camino entre que dejé la bici y llegué al despacho, o alguien me ha gastado una broma pesada. Y la última posibilidad, aunque improbable, la contemplo porque estoy casi seguro de que no pueden haberse caído, porque creo que me los quité a escasos 10 m de la puerta del despacho.

Total, que decido dejarlo a ver si mañana aparece por ahí, y si no es el caso comprarme otros. Pero eso no es mucho problema; lo mejor viene ahora. Hoy ha hecho un gran día en Gaithersburg; ha hecho sol, pero la temperatura ha bajado 7 u 8 grados, con lo que lo que era un calor asfixiante se ha convertido en una cosa bastante manejable. Así que, cuando salí del NIST, como además era tempranito, decidí aprovechar un poco la tarde. Mi plan era llegar hasta Lakeforest Mall, un par de kilómetros al norte de NIST, deteniéndome un poquito antes en la librería Borders a echar un vistazo, y volver luego al entorno de casa por un camino ligeramente distinto, parándome a comprar en Kentlands (el mall que me queda más cerca) antes de volver.

Nada más salir del NIST empiezo a notar que algo raro le pasa a la dirección de la bicicleta, que respondía de una forma un poco más errática. Esa rareza no me impide llegar hasta el Gaithersburg Town Square, pequeño mall adyacente a Lakeforest donde está Borders. Aparco allí y veo que la rueda delantera ha perdido algo de presión. El pensamiento inmediato fue: «cuando llegue a Kentlands voy a tener que comprar parches»….

Total, que me voy a Borders, me compro un plano de vías ciclistas del entorno, y cuando a los 20 minutos o así salgo de nuevo me encuentro con la rueda delantera totalmente deshinchada. Y «totalmente» es «totalmente», se veía a la legua que el numático dilantero estaba plano como el argumento de un documental de La 2. ¿Qué hacer? Recuerdo enseguida que, en el entorno del mall, sale un bus que pasa cada media hora, me deja en Kentlands y tiene una bandeja para bicicletas; parece un gran trato. Me pongo a buscar la parada más cercana… y el bus se me va en las narices.

Como (por el cúmulo de motivos que estoy desgranando) no estoy de mucho humor, resumiré la siguiente hora y media o así en: Seis kilómetros de puro placer arrastrando la bici hasta casa.

Total, que llego, compruebo que el bombín de Mercy le va bien a mi bici, quito la rueda delantera, quito la cámara (conste que es la primera vez que hago algo de esto en mi vida… qué bien me vendría tener el consejo de mi tío Antonio, experto ciclista xD), la subo al baño, la sumerjo en un poco de agua y allí estaba: un hermoso bujerito, en la parte interna de la cámara (lo que más o menos descarta la opción del pinchazo por motivos externos), que soltaba aire que era un gustazo.

Me encamino al Kmart de Kentlands con la idea de comprar, entre otras cosas, parches para la cámara. De camino, veo que hay una pizzería cerca, y decido que voy a cenar pizza como compensación por la paliza del día. Como aún no estaba derrotado del todo, empiezo a reflexionar sobre lo accesible que es la ciudad, y lo bien que se va en bicicleta (hay rampas por todos lados, bastantes vías ciclistas definidas)… y me pego con un bordillo. Tres o cuatro segundos después empieza a sonar en mi MP3 una canción de Tontxu que me encanta: Volvería a tropezar en esa piedra. (Juro que esto es verídico). Echo un rato en el Kmart. Voy a pagar y han puesto una máquina nueva que no me coge la tarjeta. Salgo del Kmart, ya con los parches, a las 21.35; voy a la pizzería; ha cerrado a las 21.30. Despechado me acerco a una máquina expendedora de botellas de medio litro cercana a una gasolinera. Echo mi $1.25 y elijo Diet Coke. La máquina me da una botella de Coca Cola normal…

A pesar de todo, mi ánimo tampoco estaba tan tan bajo en esos momentos, así que llego a casa e inmortalizo en fotos el proceso de parcheo de la cámara (de la bicicleta, no la de fotos :P) con la intención de colgarlas (quizá mañana, ahora es tarde y no hay ganas). Llevo a cabo el proceso, pongo la bicicleta debajo de una farola (ya eran las diez), me afano en encajarlo todo de nuevo e inflo la rueda reparada. No parece estar mal.

Pero otra de las cosas que me compré es un velocímetro para la bici (me gusta eso de saber la distancia que recorro, cosa que ya intuiréis). Bajo a instalarlo… y la rueda delantera ha vuelto a deshincharse. Pienso: quizá aún no se ha secado el pegamento. Instalo el aparatito (lo que me lleva un buen rato) y vuelvo a inflar la rueda. Me monto en la bici y la rueda se deshincha ipso facto. Es en estos momentos cuando el protagonista le prende fuego a la bicicleta y se queda tan ancho; pero como todo lo que había montado lo había hecho sin herramientas, decido que ya sería demasiado pasarse a la yesca y el pedernal y que mejor dejo la incineración para otro día.

Así que, salvo milagro, me he quedado sin bici 🙁 He perdido un día magnífico para ir por ahí, y además mañana no voy a arriesgarme a ir a NIST por la mañana, lo que implica media hora a pata y no disfrutar de la vuelta cuesta abajo. (He dejado la rueda hinchada, si se obra el milagro y mañana está bien cogeré la bicicleta, pero me da a mí que va a ser que no). Además, mañana voy a salir tardecillo de NIST porque tengo microscopio por la tarde, y conforme venga tendré que reparchear la cámara y cruzar los dedos; total, que me volverán a dar las mil. Y siendo la vida como es de simpática, seguro que mañana, conforme llegue andando, me aparece el guante.

De todas formas hay algo que no se puede negar: entre la ida a NIST, el viaje a Lakeforest, los 6 km de la vuelta como lazarillo de la bicicleta y la ida y vuelta a Kentlands, está claro que con la bicicleta se hace ejercicio… 😛