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Weather Advisories

Nota: siento la ausencia de acentos y demas azucar gramatical, pero es que escribo desde el trabajo, donde no creo que me pongan un teclado espanyol solo para mi…

El servicio meteorologico estadounidense es conocido por sus coloristas informaciones. Llamadas comunmente weather advisories, estos boletines –que estan bastante personalizados segun la zona– mezclan la informacion estrictamente meteorologica con los consejos practicos y, a veces, con un cierto gusto por el apocalipsis. Quiza el ejemplo mas conocido sea el que se dio para Nueva Orleans antes de la llegada del Katrina, donde, entre otras lindezas, se puede leer «HABRA ABUNDANTES ESCOMBROS VOLANDO POR EL AIRE…INCLUYENDO COSAS PESADAS COMO ELECTRODOMESTICOS E INCLUSO VEHICULOS LIGEROS (…) LAS PERSONAS…MASCOTAS…Y ANIMALES DE GRANJA EXPUESTOS A LOS VIENTOS SE EXPONEN A UNA MUERTE SEGURA SI SON ALCANZADOS. LA LUZ ESTARA CORTADA DURANTE SEMANAS…YA QUE LA MAYORIA DE LOS POSTES CAERAN Y LOS TRANSFORMADORES SERAN DESTRUIDOS. LA FALTA DE AGUA POTABLE DARA LUGAR A UN SUFRIMIENTO HUMANO INCREIBLE PARA UN PAIS DESARROLLADO». Supongo que lo ponen en mayusculas y sin usar comas para que la informacion se pueda transmitir con el menor numero de caracteres posibles, aunque la verdad es que le da un siniestro aire de parte militar, como si en vez de avisarte fuesen ellos los sadicos que se dedican a poner a volar las vacas y los lavavajillas.

Desde que estoy aqui, especialmente en esta epoca de tiempo dificilmente predecible, mantengo casi permanentemente un ojo en la prediccion meteorologica por horas para Gaithersburg. En esa pagina, aparte de lo tipico (temperatura, viento, sensacion termica, etc.), cuando se ha dado alguna de estas alertas para el area, un aviso aparece prominentemente arriba. Leerlas, aparte de provocar un poco de grima, siempre resulta bastante curioso. Ha habido varias, algunas de ellas serias: no hace mucho, por ejemplo, hubo un par de dias en los que el viento era tan fuerte que le tiraba a uno hacia los lados en la bici si se descuidaba. Tambien las ha habido para la nieve, aunque normalmente suele haber una o dos como mucho en activo de forma simultanea. Pues ahora mismo hay empacho de advisories: dos anuncios de riada, uno de tiempo invernal y otro de «tiempo especial».

He dicho que el tiempo aqui es bastante cambiante, pero la verdad es es dificil creerlo sin verlo. No es que en el dia varie entre muchos estados; normalmente las «temporadas», sea de lluvia, sol, viento o calor, duran varios dias. Pero la transicion de uno a otro puede ocurrir en cuestion de cinco minutos. Ayer por la manyana estaba nubladillo, pero hacia 16 o 17 grados. Fui en bici al trabajo en manga corta. De repente llegan las cuatro de la tarde y el tiempo empieza a ponerse mal. En cuestion de media hora, las temperaturas bajan mas de diez grados, hasta los cuatro (la sensacion termica pudo bajar quince o veinte perfectamente) y empieza a llover intensamente. Lleva lloviendo ininterrumpidamente desde ayer, hoy estamos bajo cero y hace una hora o dos ha empezado a nevar, con intervalos muy intensos. Vamos, que esta la cosa para irse a la playa…

Que tiene que decir el servicio meteorologico? Os traduzco algunas perlas de los informes…

LAS BAJAS PRESIONES SOBRE CAROLINA DEL SUR CONTINUARAN MOVIENDOSE HACIA EL NOROESTE ESTA NOCHE. ESTE ES UN SISTEMA DE TORMENTAS MUY COMPLEJO QUE SEGUIRA INFLUYENDO EN EL AREA HASTA LA MADRUGADA. (…)

LA LINEA DE LLUVIA NIEVE SE MUEVE GRADUALMENTE HACIA EL SUDESTE ATRAVESANDO LA REGION. HAY NIEVE Y AGUANIEVE EN ESTOS MOMENTOS EN TODOS LOS SITIOS AL NOROESTE DE UNA LINEA DESDE JUSTO EL NORTE DE BALTIMORE A FREDERICK MARYLAND AL AEROPUERTO WASHINGTON- DULLES (…) SE ESPERA QUE ESTA LINEA ALCANCE EL CORREDOR DE LA INTERESTATAL 95 INCLUYENDO EL AREA METROPOLITANA DE WASHINGTON Y BALTIMORE A LAS 5 DE LA TARDE. (…)

SE ESPERAN 2 CM O MENOS DE NIEVE DENTRO DEL CAPITAL BELTWAY Y EN EL SUR DE MARYLAND.

LA NIEVE SERA MUY PESADA Y HUMEDA. CONDUCIR SERA DIFICULTOSO ESPECIALMENTE CONFORME UNO SE ALEJE MAS AL NORTE Y AL ESTE DEL CORREDOR DE LA INTERSTATE 95.

SE ESPERA QUE LA PRECIPITACION ACABE DE OESTE A ESTE DURANTE LA MADRUGADA.

SE ESPERA QUE LAS TEMPERATURAS BAJEN DE CERO DURANTE LA MADRUGADA EN TODA LA REGION.

SI DEBE VIAJAR ESTA TARDE…TENGA EN CUENTA QUE LAS CONDICIONES CONTINUARAN DETERIORANDOSE DURANTE LA TARDE. VIAJE CON MUCHO TIEMPO DE SOBRA PARA LLEGAR A SU DESTINO Y POSPONGA CUALQUIER VIAJE INNECESARIO.

LLUVIA Y AGUANIEVE CAMBIARAN A AGUANIEVE Y NIEVE… DESPUES SOLO NIEVE. SE ESPERA UN TOTAL DE 3 A 10 CM DE NIEVE.

ESTAMOS ANTE UNA POTENTE TORMENTA CON UNA SEPARACION ABRUPTA ENTRE LAS ZONAS CON LLUVIA INTENSA Y LAS QUE SUFREN UNA NEVADA APRECIABLE. AUNQUE ESTA LINEA SE ESPERA QUE ESTE ENTRE EL AREA METROPOLITANA DE BALTIMORE WASHINGTON Y LAS MONTANYAS DE BLUE RIDGE…EL LUGAR EXACTO DETERMINARA EL TIPO DE PRECIPITACION EN CADA LOCALIDAD Y LA NEVADA TOTAL.

LA MAYOR PARTE DE LAS MUERTES POR RIADA OCURREN EN COCHES. NUNCA CONDUZCA SU VEHICULO HACIA AREAS DONDE EL AGUA CUBRE LA CARRETERA. LAS AGUAS DE RIADA SUELEN SER MAS PROFUNDAS DE LO QUE APARENTAN. CON 30 CM DE AGUA FLUYENDO BASTA PARA ARRASTRAR A LOS VEHICULOS FUERA DE LA CARRETERA. CUANDO ENCUENTRE CARRETERAS INUNDADAS TOME LA DECISION INTELIGENTE…DE MEDIA VUELTA…NO SE AHOGUE.

Mama: antes de que cojas un avion para sacarme de aqui, te informo de que no hay ningun rio susceptible de causar riadas en mi camino, ni ninguna carretera secundaria, y de que me van a llevar a casa en coche. Por eso estoy todavia en NIST, esperando al pobre hombre que se ha ofrecido amablemente a hacerme de chofer. Fastidia un poco, porque hoy queria irme pronto y ahora mismo no tengo nada que hacer. Pero asi es la vida 😛 Justamente ahora llueve bastante menos (y espero que siga asi, porque tengo que cargar la bici en la fragoneta…), pero durante el dia ha caido bastante.

Manyana mejorara el tiempo, aunque creo que la programada visita a Washington DC tendra que esperar. Quiza el Domingo. Ya os informare. De momento os pongo algunas fotos tomadas desde mi ventana de NIST, gracias a mi nueva y muy mona Panasonic Lumix DMC-TZ1 (vivan las camaras que caben en el bolso de uno… :))

Postcards from DC (bis)

Ayer YouTube no me dejó…

Esto es una escultura de Roy Lichstentein. Está en el Sculpture Garden de la National Gallery y raya tela 😀 El vídeo aún se está procesando, así que si no os sale esperad unos minutitos e intentadlo de nuevo.

Disculpad el horrible pulso, pero estaba probando la cámara 😉

Me voy a currar…

Postcards from DC

Algunas fotos de mi visita a DC del domingo. Picasa no me va bien, así que las he subido a Flickr. Es ya tarde, así que mañana (a lo mejor ;)) os cuento más:

enlace al set

La nieve

Lo bueno de estar lejos de casa es que hasta lo más cotidiano tiene un cierto halo de magia, de cosa que parecía que sólo pasaba en la tele. Y aunque esta sea la segunda visita y ya me conozca bastantes cosas de este sitio tan curioso y tan interesante, aún sigue habiendo algunas que me llaman la atención. Una de ellas, desde luego, es la nieve. Aunque ya había estado en la nieve en una excursión que hicimos a Sierra Nevada, ha sido aquí cuando la he visto en las calles, fastidiando y haciendo hermosa a partes iguales la vida cotidiana. Igual que ha sido aquí donde he visto nevar por primera vez, una nevada de esas que duran horas, que ya han empezado cuando te levantas y que te hacen caminar por entre un paisaje teñido de blanco, y que al final del día han dejado cinco centímetros de firma helada en aquellos lugares que no tienen la vigilancia de nadie que los libere de la misma.

Hay una historia que me gusta mucho contar. Estaba yo en una de esas indefinibles tiendas de barrio, hará ya como diez años. Plena época de sequía, esa tan tremenda que hubo alrededor del 95. Diciembre. Esas navidades en las que por fin el cielo se abrió y dejó caer de golpe toda el agua que nos había negado durante tres años. Y vaya que se abrió: frente al escaparate de la tienda, el agua descargaba su furia sobre el asfalto como si quisiese arañar la calle en vez de caer sobre ella. Y, contemplándolo todo, allí estaba él, apoyado en el quicio de la puerta: un niño de dos años a lo sumo, con los ojos abiertos como platos y con el chupete caído de la boca abierta, mirando el espectáculo aterrador que tenía delante. «Míralo embobaíto«, decía alguna de las vecinas que marujeaban por la tienda. «Claro, si es que no ha visto llover en la vida…»

El niño, inevitablemente, ya será un hombrecito. Habrá crecido con multitud de tardes lluviosas y habrá olvidado que hubo una vez, cuando apenas levantaba dos palmos del suelo, en el que la lluvia le parecía algo tan milagroso como una aparición divina. La lluvia que aquel día le hipnotizaba será ahora algo tan natural para él como la salida del sol o ligotear en discotecas de quinceañeros. Siempre que recuerdo ese día me doy cuenta de que hay una fina línea que separa aquello que nos resulta completamente natural de aquello que en cierto modo nos es extraño: para el primer grupo de cosas, nos resulta imposible recordar cuál es la primera vez en que las vivimos. Igual que uno no olvida dónde y cuándo fue su primer beso, no creo que haya mucha gente que recuerde cuál fue la primera vez que vio un semáforo, o el color rojo, o que pudo leer un cartel o hacer una suma. Son saberes que parece que nos acompañan desde siempre, aunque sabemos que seguro que hubo algún momento de nuestras vidas en el que nos resultaban totalmente ajenos.

Yo, por suerte o por desgracia, nunca podré decir lo mismo de la nieve: por mucho que crezca, y aunque me mude a un hogar entre montañas donde caigan más copos de nieve que rayos de sol, jamás podré olvidar que la primera nevada la he visto con veintiseis años. Así que supongo que la nieve siempre tendrá algo de seductor para mi, esa pátina mágica de la que os hablaba: esa que sólo pueden tener las cosas que sabes que existen por las enciclopedias, pero acerca de las cuáles llevas intrigado por cómo serían en realidad más de media vida.

Eso sí, por si acaso, estoy tratando de recuperar el tiempo perdido. Esta tarde, mientras volvía caminando a mi hogar postizo, encontré una zona del camino llena de nieve blanda, no convertida en placas de hielo: nieve que se podía coger con los dedos, sobre la que se podía dibujar. Cogí un puñadito e hice ademán de tirarlo. No funcionó; se deshizo por el camino. Así que me puse los guantes, recogí otro puñadito, lo apreté entre las manos para que cogiese consistencia y, esta vez sí, lo lancé satisfactoriamente por encima de la valla de NIST. Así que ya puedo decir, como si de un niño tirolés se tratase que he tirado una bola de nieve. Lo siento por el pobre árbol al que le di, que pasaba por allí tranquilamente, pero no tenía a mano a nadie a quien pegarle el bolazo. Ya llegará el día, tampoco voy a empezar por el nivel 2 directamente…

Un abrazo a todos y no me olvido de los posts, los comentarios y los sueños que os debo. Suerte a Puri en su nuevo curro, a Nietzche en su nueva ocupación, a Sonámbula con sus ataques (seguro que transitorios) de mamitis, a DarthIA con su habilitación (si algunos en este el país se dedicaran a hacer bien su labor y no a montar espectáculos bochornosos, probablemente nos iría mejor a todos), y a mi hermano Dr. Evil, bienvenido de vuelta al desierto de lo real a casa.

Keepalive

Últimamente no escribo porque tampoco hay mucho que contar. Sé que uno imagina que en el momento en el que uno cambia de país de repente su vida pasa a ser extraordinariamente emocionante, pero no es el caso, sobre todo si es la segunda visita y estás acostumbrado a aquello que te llamó la atención la primera vez. Aparte, hace viento y un frío que pela, así que no apetece mucho salir.

La mayor novedad en mi vida para el día de hoy no ha venido de mí: si no se me pierde en el Charles de Gaulle, voy a tener una visitante en Abril, lo que me hace inmensamente feliz 🙂 Aparte de eso, me he aficionado al Skype (nombre de usuario = nombre del blog), que funciona sorprendentemente bien, aunque ese gran avance se ve ensombrecido por el hecho de que Internet hoy ha funcionado fatal, lo que me ha impedido ciscarme en tiempo real en la familia cercana de Capello con el partido del Madrid.

Esta semana será un poco light, ya que mi jefe, Shelley, anda por ahí de viaje. La tarea que me ha dejado consiste en leer, y teniendo en cuenta que aquí los días cunden mucho, predigo que acabaré con la cabeza como un bombo prontito. Así que seguramente salga pronto y aproveche para ir a Borders (con mucha calma, que acostumbrado a mi bici de Sevilla, usar la de aquí es una tarea hercúlea). Volveré a escribiros por aquí, y tengo tb un par de comentarios que poner en algunos blogs… vendrán, vendrán 😉

Un abrazo a todos!

Dirección Oeste

Viajar hacia el oeste en un vuelo transoceánico es una experiencia curiosa. Uno se monta en el avión y experimenta algo parecido a la animación suspendida. El tiempo avanza, pero la luz apenas varía, en un aparente desafío a la lógica y a la biología. A más de tres kilómetros de altura y moviéndose a casi mil a la hora en contra de la rotación de la Tierra, el avión se desliza, muy arriba, sobre una manta de nubes que, cuando es lo suficientemente sólida, se asemeja a un paisaje polar. Mientras tanto, tienes ante tí una grandiosa puesta de sol que se mide por horas en vez de por minutos. Mi vuelo duró poco más de ocho horas y aterricé en un sitio con seis horas menos, así que simplificando podríamos decir que el reloj solar va cuatro veces más lentamente de lo que uno espera: esa es la base de la paradoja, por un lado tu cuerpo tirándote hacia el sueño y por otro la luz diciéndote que deberías estar completamente alerta.

Salí de Frankfurt a las cinco de la tarde hora europea. Como cinco o seis horas después me encontraba sobrevolando Canadá, ya que el viaje te lleva, además de sobre el Reino Unido y sobre una larga zona de océano, por el cielo de la costa este de Canadá. En aquel momento tuve la suerte de que, por primera vez en prácticamente todo el viaje, me libré de la densa capa de nubes que me había acompañado desde Alemania. Por debajo de mí, desde la confortable atalaya que era mi asiento de ventanilla (difícil de conseguir en un avión donde hay nueve asientos por fila), se extendía calmado el grandioso espectáculo del suelo de Nueva Escocia, un paisaje nevado salpicado por pequeños focos rojizos de luz incandescente.

Canadá es uno de los países con menor densidad de población del mundo: ni siquiera está entre los doscientos primeros. Estados Unidos es el número 172 en esa lista. Desde mi ventanilla era fácil comprender por qué. Extensiones de terreno que abarcaban hasta donde llegaba la vista aparecían parcheadas de bosque, piedra y nieve, como un ajedrez estirado de forma surrealista. De vez en cuando, un punto solitario recordaba que alguien vivía allí, como en una isla desierta en la que sólo queda el farero. En Europa estamos acostumbrados a las ciudades grandes, a las aglomeraciones, a no entender la vida sin muchos vecinos, a la geometría más o menos distorsionada de las calles que se entrecruzan y que, de noche, dibujan con sus farolas cuadrículas o telas de araña. América del Norte es diferente: las casas en serpenteantes hileras giran sobre sí mismas, como si tratasen de esconderse de las que les rodean, y son pequeñas gotas iluminadas dentro de un vasto océano salvaje. Era sencillo imaginarse allá abajo, con la nieve golpeando en los ventanales, asomándose a la puerta cubierto por un abrigo, con la silueta de un alce reflejándose en un lago casi helado, emborrachado por el poderoso espectáculo de la naturaleza y su hermosura.

Mientras veía cómo el suelo me contaba una historia (cada vez más al sur, cada vez un poco menos de nieve, ocasionalmente un par de calles grandes reconocibles con casas pegadas, pero siempre con villas y pequeños grupos de casitas como los únicos bastiones de presencia humana, y muy raramente, casi por accidente, algo lejanamente parecido a una ciudad) recordé que no era la primera vez que veía algo parecido. Hace ya bastante tiempo, saqué de algún sitio un montón de mapas del continente africano, hechos para moteros: supongo que hay gente a la que no le importa romperse la crisma tratando de emular a los pilotos del Dakar. Los nombres estaban en ruso, así que era divertido tratar de adivinar, descifrando los caracteres cirílicos, cuáles eran las ciudades grandes que aparecían muy ocasionalmente y que evocaban aventuras dignas de películas de los cincuenta. Pero no era eso lo que más me fascinaba: lo que me gustaba era tomar al azar alguna hoja, quizá de la zona del Sáhara, en la que todo estaba desierto salvo por unos pocos cuadraditos negros que representaban chozas, unidos entre sí por largas carreteras, y pensar en cómo sería aparecer, sudoroso y triunfante tras varias horas de camino, en uno de esos sitios al azar montado sobre una moto de arena.

Nosotros, que vivimos junto a más de un millón de personas en un hervidero de actividad, raras veces nos detenemos a pensar en que hay otra forma de vivir, a la africana si queréis: con comunidades donde se pueden contar las familias con los dedos de una mano y donde el grupo más próximo está a varios días por un camino lleno de baches y de curvas. Una forma de vivir en la que no se pisa sobre asfalto, sino sobre tierra, y donde la subsistencia depende de ser uno con lo que te rodea, de alcanzar una comunión casi espiritual con el entorno. Mientras sobrevolaba Canadá y el norte de Estados Unidos de camino a Washington, tuve la sensación de que esa misma filosofía resuena en la forma americana de entender el territorio. Sé que es difícil hablar de espiritualidad cuando una casa cuesta un ojo de la cara, cuando vivir en uno de estos pequeños oasis americanos que son los suburbs exige perder dos horas al día en ir y volver del trabajo y te hace un esclavo del coche hasta para ir a por pan, y cuando la mayoría de la gente lo hace no por convencimiento ni por la búsqueda de una razón ulterior, sino porque es lo que hace todo el mundo que tiene un cierto estatus. Pero aquí, en Gaithersburg, en este conglomerado de casas de más de un millón de dólares, en el que un policía del condado hace rondas por la noche y donde te pueden dejar los paquetes en la calle sin temor a que nadie te los robe, también hay espacio para la serenidad. Aunque en la puerta principal de la casa haya otras treinta a cual más pretenciosa, en una calle llena de coches caros y en la que siempre hay algún vecino danzando, uno puede irse al otro lado de la casa. Desde la ventana de la cocina se ve un bosque, con zorros, ciervos y pájaros. Desde mi ventana, la nieve que todavía queda salpica todo el terreno a los pies de los árboles calvos. Y la civilización se pierde como un sueño confuso. Asomado, apenas dos pasos fuera de la casa, uno puede sentir por un momento que está completamente a solas, como nuestros hermanos de la aldea africana o el canadiense de la casa frente al lago, como una gota diluyéndose en el río entusiasta de la vida.

De vuelta…

Veinticuatro horas después de que me sonara el despertador esta mañana, ya estoy en mi hogar estadounidense enterito y coleando. Ya escribiré mas tranquilo mañana o pasado. ¡Un abrazo a tod@s!

Homenaje a Barry White

¿Quién hubiera dicho que tanta versatilidad cabía en un músico?

Lo tenía que compartir con vosotros como fuera XDDDDDDD… hay que ver la cantidad de tiempo libre que tienen algunos en sus manos 😛 El primero gracias a Sarita, el segundo vía BoingBoing.

La crónica de Londres luego (o mañana :P). Algunas postalitas para abrir boca, que sé que os gusta (ya las pondré en grande):