Recuerdos de Centroeuropa
Sólo he estado dos veces y las dos ha sido en el mismo sitio, pero mentiría si os dijera que no estoy cogiéndole cariño a Eslovaquia. Es un país que ha tenido una historia bastante enrevesada; si nos atenemos únicamente a los últimos acontecimientos, ha estado del lado chungo del Telón de Acero, consiguió zafarse junto a sus vecinos checos de la influencia soviética (en la Revolución de Terciopelo), y, unos años después, ambos países se separaron (en el muy adecuadamente llamado Divorcio de Terciopelo). Últimamente, tanto la República Checa como Eslovaquia han entrado en tres de mis instituciones favoritas: la Unión Europea, el Espacio Schengen, y, aunque aún quedan unos pocos meses para que sea efectivo en la práctica, la zona euro.
Eslovaquia es un país de montaña; toda la parte norte está ocupada por el principio de los Montes Cárpatos, el sistema montañoso más extenso de Europa. En particular, al norte del país se ubica la región de los Altos Tatras, compartida entre Polonia y Eslovaquia, que tienen once montañas de más de 2.500 m de altura y son de carácter alpino. Esto los convierte en un destino turístico muy popular, sobre todo para los países del entorno; están muy bien acondicionados para la práctica del esquí o, en épocas más estivales, del senderismo. A los pies de los Altos Tatras hay una serie de pueblecitos de montaña, entre los que se encuentra el lugar de celebración del congreso al que he asistido: Stará Lesná.
Como os he comentado, ya estuve en Eslovaquia una vez. Fue en 2004, para la anterior edición de la conferencia. Aunque el viaje fue agotador, me encontré un país lleno de gente amable (aunque con más conocimiento del alemán que del inglés, todo sea dicho) y realmente barato. Como parte de las actividades del congreso, tuve ocasión de subir en teleférico a la montaña y disfrutar de sus vistas. Si bien mi visita tuvo un tinte agridulce por motivos que no tienen demasiado que ver con la misma, lo cierto es que lo disfruté mucho, de modo que iba con ganas de repetir la experiencia.
La conferencia empezaba un Domingo y acababa un Miércoles. Mientras planificaba mi viaje, me encontré con que tenia dos opciones: volver a España el mismo Miércoles, lo que me obligaba a perderme todas las charlas del último día, o volver el Jueves, lo que me dejaba la tarde del Miércoles libre. Opté por esto último y la decisión demostró ser correcta.
Salí de Sevilla el Sábado, con la presentación de la charla, que me tocaba dar el Lunes, a medio acabar. El plan era pasar la noche en Madrid (pillé un hotel excelente y relativamente baratito en Arturo Soria), porque el vuelo salía de Barajas a las 7.30 de la mañana para Praga. Después, en Praga, otro vuelo hacia Kosice, segunda ciudad en importancia de Eslovaquia, y de Kosice en un shuttle bus (curiosamente parte del billete de avión) hasta Poprad, la ciudad más cercana a Stará Lesná, donde tomaría un taxi hasta mi hotel y acudiría a la recepción e inauguración de la conferencia.
Huelga decir que aproveche todas las horas que pude y más para tener la charla hecha a tiempo (y, cuando ya la tuve, para el típico vamos a ver si podemos meter también estos resultados…). La paliza mayor, curiosamente, me la pegué en Madrid; entre que estaba con un ojo puesto en el fútbol y en otro en la presentación, que siempre soy más productivo en las horas nocturnas (cosa obvia si se analizan las horas de publicación de este blog :P), y que tenía que levantarme prácticamente a las cuatro y media, apenas dormí nada.
Durante el viaje a Eslovaquia pegué unas cuantas cabezadas, pero lo cierto es que no me cundieron demasiado. Así que, en contra de mis impulsos naturales, no trasnoché el Domingo; en vez de eso, me acosté en cuanto volví al hotel tras la recepción y me levanté seis horas después, un descanso que agradecí. Mientras medio remataba la presentación (luego seguiría dando retoques toda la mañana, mientras asistía al resto de charlas), me di el primer lujo del viaje y vi amanecer sobre las suaves montañas de Levoča.
Tras la charla, el Lunes y el Martes se me pasaron de forma bastante plácida. Me alojé en el hotel Forton, situado muy cerca del Hotel Academia, donde se celebraba la conferencia. Como bonus, me hice coleguilla del tío de la recepción, muy simpático y que hablaba un inglés perfecto (como la mayoría de la gente que me encontré en el viaje atendiendo al público, mejora muy positiva respecto a la anterior visita).
El único problema del hotel es que no tenía ascensor, pero, por lo demás, estaba al nivel de un cuatro estrellas perfecto, por unos 55 € la noche en una habitación nueva y amplia (con dos camas y baño con ducha grande), con mármol por todas partes en la recepción y un buffet muy completo para desayunar. Una ganga para nuestros estándares, pero es que otros hoteles similares del entorno (ya completos) resultaban incluso más baratos. Y no me olvido del balcón…
Animado por el buen tiempo, el Martes inquirí acerca de qué podría hacer con mi tarde libre y le compré a mi amigo del hotel un mapa 1:25.000 de la cordillera montañosa, con todas las rutas y demás marcadas con mucho detalle. Los que me conocéis sabéis de mi fetiche por los mapas, así que os imaginaréis que me encanta 😀 Si estáis interesados me las ingenio para escanearlo y subo la ruta que hice.
Dediqué la noche a planificar un poco lo que hacer y, aunque desgraciadamente no tengo fotos, tuve la suerte de ver un cielo estrellado espectacular desde mi balcón, con un Orión glorioso. Así que el Miércoles, tras consultar mis planes con los «nativos» para asegurarme de que no eran muy descabellados, salí al acabar la comida del congreso en dirección al pueblo más cercano, Tatranská Lomnica, un lugar muy popular como base para turistas por su cercanía a la montaña.
De Tatranská Lomnica se puede subir a una laguna, Skalnaté Pleso, situada a los pies del Lomnický Stit, la segunda montaña más alta de la cordillera (2.634 m).
A 1.751 m de altura, Skalnaté Pleso es un hervidero de actividad: la laguna es parte de varios caminos de montaña, el punto de llegada de un teleférico y de un funicular procedentes de Tatranská Lomnica (yo, por supuesto, me fui primero para el funicular, que sólo funciona en invierno 🙁 ), y también el punto de partida de otro teleférico que lleva a la cima del Lomnický Stit.
Cuando llegué ya no había tickets para subir arriba del todo, y además una densa capa de nubes cubría la cima, así que creo que no me perdí gran cosa.
Se da la curiosa circunstancia de que, en 2004, ya habíamos subido a Skalnaté Pleso como «excursión» de la conferencia… y que entonces me quedé también sin poder subir a la cima, en aquella ocasión por un problema con los tickets (que me fastidió mucho, por cierto). Como un amigo que hice en el congreso sí que pudo subir, le dejé la cámara y, por lo menos, tengo algunas fotos de las vistas.
Así que la subida al pico Lomnický es una vieja frustración que, de momento, no tengo resuelta. Más fotos de 2004 están en sus sets de Flickr respectivos. Os pongo aquí, ya que me he puesto a hacerla, una selección:
Podéis encontrar más fotos de 2004 siguiendo este enlace al set completo.
De todas formas, tampoco quería perder toda la tarde en la subida y bajada al pico. Así que, una vez llegado a Skalnaté Pleso (deduje que Pleso significa «lago»), inicié mi camino por una de las rutas de montaña. Mi objetivo: llegar a Hrebienok, un refugio de montaña desde el que podría bajar al pueblo de Starý Smokovec, habiendo pasado anteriormente por varias cascadas.
Las rutas están señalizadas por colores; cada poco tiempo, una marca en una piedra o un árbol te informa del camino en el que estás, y en cada cruce de caminos hay un cartel (con su «gorrito» característico) que te informa de las direcciones que puedes tomar, del color del camino correspondiente y del tiempo aproximado de llegada. Junto con el mapa, la verdad es que resultaba bastante difícil perderse. Empecé en un tramo compartido entre las rutas roja y verde para luego pasar exclusivamente a la roja.
Proseguí mi camino disfrutando de las vistas. La primera parte de la ruta discurre por la ladera de la montaña y tiene una excelente perspectiva de los pueblos que quedan a los pies de la misma.
Al cabo de un buen rato, el camino se adentra en una zona de árboles más frondosos. Enfrente, otras montañas de la cordillera, al otro lado del valle. Es una pena que la luz me cogiera tan mal para hacer fotos.
Enseguida, tras reincorporarnos a otra ruta de color verde, nos saluda la primera de las cascadas (Vodopád, o Vodopády en plural): Obrovský Vodopád («enorme cascada»). Un chorro estrecho de agua que cae, de forma oblicua, unos quince metros y que se puede contemplar desde un puente de madera a escasos metros del mismo.
La cascada Obrovsky se encuentra en un riachuelo llamado Malý Studený, que, a pocos metros, desemboca en el río Studený propiamente dicho. La ruta pasa ahora a serpentear siguiendo el curso del río, y nos ofrece un buen sitio para hacer una pausa.
Poco después, aparece una casita que parece sacada de un cuento de los hermanos Grimm: Rainerova Chata («chata» significa «choza de montaña», no «de nariz poco prominente» :D) Estos abundantes refugios suelen ubicarse en las proximidades de un cruce de caminos, y permiten a los montañeros hacer un alto y aprovisionarse.
Ahora, en lugar de seguir la ruta roja hacia Hrebienok directamente, damos un rodeo y seguimos bajando el río por las rutas azul y verde. En unos minutos, llegamos a otra cascada, la primera de tres que están muy seguidas: Malý Vodopad («pequeña cascada»).
Las cascadas de esta zona son a cual más bonita. La segunda que nos encontramos es Skrytý Vodopad («cascada escondida»). El corte de la foto es porque es un panorama, ya que las cascadas son grandes y quedan muy cerca del camino, así que es imposible meterlas enteras en una sola foto. De hecho, es un panorama hecho a base de pegar otros dos, uno para la parte de la izquierda y otro para la parte de abajo (de ahí la «zona de sombra»). Os recomiendo verlo en grande.
Y, ya para redondear, la última cascada es Velký Vodopad («gran cascada»), de un tamaño impresionante. Son 13 m de caída y bastantes más de ancho, y se puede contemplar desde los pies de la caída, porque la ruta azul pasa justo por delante de sus narices. No me resistí a bajar a verla desde cerca.
Como anécdota, aquí abajo me encontré con un especimen típico de joven eslavo: alto, guapo, ojos azules, cabeza rasurada. (Si os fijáis muy bien, se le puede ver en la foto de arriba, con un anorak naranja anudado en la cintura, cerca del centro y más bien hacia la derecha y arriba). Me dirijo a él para que me inmortalice. «Picture, please?» El tío me saca la foto y empieza a hablarme en español: se había fijado en el idioma del menú de la cámara. Lo mejor es que había estado incluso viviendo en Sevilla una temporada. El mundo es un pañuelo.
Desde el nivel de la cascada, tocaba ahora subir unos 85 m de altura (muy a mi pesar :D), para llegar a «coronar» en Hrebienok, un pequeño refugio de montaña, con bonitas vistas, desde el que parten una multitud de rutas, tanto para senderismo como para paseo e incluso adaptadas para minusválidos.
Desde Hrebienok, un funicular nos lleva al pueblecito más importante del entorno: Starý Smokovec, centro turístico de las visitas a la montaña. Me dirigí a la estación de tren y compré mi billete hasta Stará Lesná por unas ridículas 10 coronas (33 céntimos).
La verdad es que vista la cantidad de pasos a nivel y demás que hay por el entorno, esperaba que la cosa fuera un poco más cutre. Pero no. A la hora en la que yo tenía el tren, en menos de un minuto la estación aparecieron no uno ni dos, sino tres trenes de tres líneas distintas, cómodos y modernos, perfectamente sincronizados entre ellos. La gente transbordó de unos trenes a otros y enseguida reanudaron la marcha.
En diez minutitos me bajé en la estación de Stará Lesná y emprendí, mientras caía la tarde, los 1500 m del camino de vuelta a mi hotel, cansado y feliz.
Aquella noche me llevé otras cuantas sorpresas con la atención del hotel. La primera, me enteré por casualidad de que el hotel tenía internet en todas las habitaciones :(, solo que era por Ethernet y no Wifi. Así aprenderé a preguntar…
Y la segunda es que, tras una excelente (y barata) cena, cuando estaba confirmando la petición del taxi que me llevara a Poprad a la mañana siguiente (a las 5 am…), el personal del hotel me ofreció la posibilidad de desayunar en ese momento, o de que me pusieran un picnic para el día siguiente. Efectivamente, a las 5 de la mañana tenía dos sandwiches, una naranja, un yogur y un tomate en una bolsita en la nevera. (Les faltó meterme una cucharilla, pero bueno xD). A las 5.15 apareció el taxi y empezó el camino de vuelta, del que no tengo fotos porque, en lo que pude, lo pasé durmiendo o viendo capítulos de La Hora Chanante…
Tras unos 20 minutos de camino, el taxi me dejó en Poprad, donde di cuenta de mi desayuno esperando a la shuttle de Kosice; de seis a ocho estuve viajando a Kosice; de Kosice (donde la chica del mostrador, por cierto, hablaba español perfectamente) a Praga; de Praga, 4 horas de transbordo después, a Madrid; de Madrid a Sevilla en AVE (tras otras dos horas esperando en Atocha)… y luego ¡por fin a casita!
Creo que la impresión global de mi viaje ya quedó bastante bien acreditada en el post que os puse nada más llegar. Ya me gustó en 2004 y ahora me gustó todavía más. La verdad es que me transmitió la sensación de ser un país joven y pujante, y se nota el dinero europeo en la cantidad de infraestructuras y de edificios que hay en marcha y que pronto lo pondrán al nivel de cualquiera de sus vecinos (otro detalle: en todos los sitios en los que estuve aceptan el euro desde ya, a un tipo de cambio mucho mejor que el que me dieron en el aeropuerto… si lo hubiera sabido…) Me quedo con ganas de ir a muchos sitios: Bratislava, Košice, o tantos y tantos sitios en la montaña (el propio Lomnický Stit, o, por ejemplo, el cercano lago Štrbské pleso, a la que podía haberme acercado en tren, pero temí que se me hiciera tarde para la vuelta). Y, además, tienen excelentes conexiones ferroviarias con otras ciudades del entorno, como Viena o Budapest. Así que…
…habrá que ir pensando en volver 🙂
Más fotos, como siempre, en Flickr: Set de Flickr (selección), set de Flickr (completo), set de Flickr (panoramas), set con las fotos de 2004 (selección),set con las fotos de 2004 (completo).
Colgado: septiembre 22nd, 2008 en General.
Tags: congreso, crónicas insufribles, eslovaquia, fotos, montaña, senderismo, tatras, viajes
Muy buena la crónica, veo que no lo pasaste mal tampoco jejeje…
Un abrazo!
La vuelta me voy contigo!!