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Kent Oaks Way


…Y no estaba muerto, que estaba de parranda… bueno, no exactamente de parranda, la verdad, pero por lo menos pongo una notita para que se vea que sigo vivo. Como buenas noticias para este periodo está que la cámara de fotos ya no es la única que me da problemas; ahora también me tangan las cámaras de la bicicleta. Entre pinchazos, parches que no se pegan, un cambio de cámara y otra espléndidamente rajada (hoy mismo… aunque esto sí ha sido culpa mía… mía y de un chino… ya contaré la anécdota), me estoy volviendo un profesional del tuning ciclista. En fin, siempre aprende uno algo.

Tengo muchas cosas en el tintero y de verdad que las iré desgranando con mucho gusto, pero ahora mismo mi prioridad es acabar el dichoso artículo (intentaré dejarlo hoy liquidado al 90% para que sea revisado por mis sufridores compañeros sevillanos) y no tengo descanso. Mañana me voy a Cleveland a pasar el fin de semana, así, a portagallola; ayer hablé con Julián, mi líder de grupo en Sevilla, que anda pasando el mes aquí, y me vino a decir a) que fuera a verle y b) que tenía que ser ese fin de semana. Doscientos euros después, ya tenía billete de avión. Llego mañana a las 13:37 (gran hora, ¿eh, frikis míos?) y me vuelvo el Domingo a las cuatro de la tarde. Aunque la llegada es un poco coñazo: mañana tengo una shuttle a las siete y cuarto de la mañana (!!), llegaré al aeropuerto a las ocho y media, allí me tocará ser examinado por seguridad y estar una hora dando vueltas, avión de una hora, transbordo de otra hora en Kentucky (excelentes pollos fritos), segundo avión de una hora y llegada a CLE después de seis horas de viaje, más o menos lo mismo que echaría si fuera en coche. (Como consuelo, la mejor opción en tren eran quince horas). Menos mal que el vuelo de vuelta es directo, aunque como la shuttle de vuelta desde el aeropuerto de Baltimore sea como la última, igual estoy allí todavía esperando el Miércoles.

De todos modos Cleveland es, por lo visto, una ciudad muy chula, así que seguro que me lo paso pipa. El primer día Julián amenaza con llevarme a un partido de béisbol; ya le he advertido de que me va a tener que dar clases aceleradas. Precisamente en el congreso de Rochester comentaba yo con la gente que el béisbol era un deporte al que jamás había sido capaz de sacarle ningún tipo de sentido. Ya os contaré si la experiencia me ilumina. Otras atracciones de la ciudad son un gran museo del rock and roll, los Grandes Lagos y cosas así. In addition to this trip, tengo previsto, como mínimo, irme a Chicago, a Nueva York y a Niagara Falls; en el primer sitio tengo buenos amigos (hey! :P), y a los otros dos me daría igual ir solo, pero no me vuelvo a España sin visitarlos. Todo esto sin contar excursiones «locales» como Washington, Germantown, Bethesda o Rockville…

Tengo que hablaros de mis rutas ciclistas, del metro, de los autobuses; de los ciervos que campan a sus anchas por el NIST (hoy conforme salía estaban correteando por ahí y parecía que estaba de safari…) y de lo monas que son las imágenes que estoy sacando; de cómo este es un país hecho para consumir hasta límites curiosos (¿qué mensaje transmite a la juventud un sitio donde todos los supermercados tienen un 2×1 en tests de embarazo?… eso por no hablar del famoso anillo de Durex, que tiene grandes aficionad@s entre los lectores :P, que aquí sale como por cuatro euros y encima tiene un condón de regalo…); de las puestas de sol, de las casas de mi barrio (sacadas de Mujeres Desesperadas) y del entorno (las fotos que os he puesto son de un recorrido que me hice por Lakelands, un barrio de aquí al lado que, em, está lleno de lagos); de los mercados Amish y de lo ricos que están los helados… Habrá tiempo. De momento, os dejo para ponerme con mi artículo y con mi maleta; ya haré miles de fotos en Cleveland (si la cámara quiere, claro). ¡Un abrazo a todos!