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Amapolas Torcidas

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Tráfico por Katmandú

Ya estuve a punto de postear este poema con un post de Puriruri, pero esta mañana cuando he leído el post de drevilpontxo he decidido que tenía que ponerlo 😀 (ya dije que la nostalgia es uno de mis temas sensibles…)

SEMILLAS DE LA VUELTA

Ocurre que quizás estos lugares
que nos han visto tanto,
jardines
de cuyo verde nos manchamos, cercas,
estanques que ya tienen nuestro rostro en el fondo;
interminables, grises, otoñales, lluviosas calles,
árboles con corteza de diario,
furtivos escondrijos, desconchones, esquinas,
estos resúmenes arquitectónicos
de lo que hemos vivido,
ocurre que quizás saben que nos iremos
inevitablemente,
mejor, más firmemente que nosotros;
y cuando la partida
está próxima y triste, nos ofrendan
con sus caras amables,
con un olor y un tiempo inconfundibles
a viajero.

Todos, todos sabemos que los bellos santuarios,
los adoquines leves de la infancia,
la adolescencia, la vejez, la vida,
llevan en sí la angustia de no volver a verse,
la renuncia cobarde de lo eterno.
Nos esperan, vigilan,
recuerdan nuestros nombres,
y cuando los dejamos
sabemos que a la vuelta,
dentro de muchas eras, de millones de soles,
serán como postales desvaídas,
películas en sepia, fotogramas
de lo mejor; / y en pago
a nuestro ruin desprecio involuntario,
nos clavarán puñales de nostalgia,
de cortante vacío, de añoranza
por un tiempo indeleble,
por la fugaz semblanza
de lo que ya perdimos.

26/04/2000 (Rota)

El poema en sí lo escribí en la playa de Rota, pero la inspiración la cogí en Jerez: unos días antes iba en el bus urbano y me llamó la atención la conversación de dos señoras, que aparentemente regresaban a la ciudad después de muchísimo tiempo y comentaban asombradas todo lo que veían. Se podía escuchar como se les iluminaba el ánimo cuando reconocían algo que estaba ya cuando se fueron, y cómo las novedades (del tipo de un centro de salud o un supermercado) les fascinaban extrañamente. Entonces pensé en lo que debe ser desvincularte totalmente de un sitio al que le tienes mucho cariño y volver a los veinte o treinta años: además de la ilusión que te devuelva o de las sensaciones que te haga rememorar, siempre queda la sombra de pensar en cómo podría haber sido nuestra vida de haber seguido en esos lugares familiares.

Buenas noches 🙂