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Sobre la Ley de la Memoria Histórica

Lo acabo de escribir en Sevilla21 y más o menos resume mi opinión acerca del tema.

[N]o se trata de solucionar la vida a nadie. Tampoco el Betis le soluciona la vida a nadie y no creo que por eso haya que cerrar el Lopera. Del mismo modo, la solución a la crisis actual es establecer nuevos controles para «apostar por un futuro histórico» en el que no se vuelva a repetir, pero si mi banco ha quebrado con mis ahorros, prefiero que se me devuelvan mis fondos a que no se haga con el argumento de que «no se soluciona nada mirando al pasado».

Creo que los que estáis tan machacones con la utilidad de la Ley de la Memoria Histórica no acabáis de ver cuál es la idea. No se trata de hacer nada porque sea «útil», porque [desde esa perspectiva] seguramente los dineros del Estado estarían mejor invertidos en otro sitio que en contentar a una pequeña minoría. Igual que, siendo crudos y cínicos, lo estarían los que se emplean en adaptar las calles para minusválidos o atender a mujeres maltratadas.

Sin embargo, desde una perspectiva simbólica, la LMH tiene un valor inmenso. Por lo que a mí me toca, me da igual que se haga lo que sea porque directamente, por fortuna, no me afecta. Pero simpatizo con cualquier iniciativa tendente a reparar una injusticia, y por mucho que no «solucione la vida», no me diréis que tener a un padre o abuelo en una fosa común es «justo», por mucho que lleve 60 años allí. No sólo por esos 60 años, que también, sino por haber tenido que tragar con 40 años de propaganda diciendo lo dañino que tu padre o abuelo era para el país y con los responsables de su muerte dándose golpes de pecho y voceando desde todos los púlpitos. (…) Si [en la batalla de Bailén] hubieran ganado los franceses, hubieran amontonado los cadáveres de todos los soldados españoles en una fosa (que nadie puede tocar aunque todos saben que está ahí) y hubieran estado 40 años bramando contra los «perros españoles» que murieron en aquella batalla, yo creo que como mínimo un funeral de Estado con todos los honores les hubiera caído a todas esas víctimas en el momento en el que España recuperase la independencia. Aquí, no sólo no se dan esas pompas y boatos, sino que además ha habido que esperar 20 años para que alguien haya tenido la valentía de abrir la caja de Pandora.

Nadie pide ningún funeral de Estado ni que venga la Britney Spears, sino simplemente recuperar unos restos que pertenecen a los descendientes o familiares de los muertos. Punto pelota. Seguro que habrá gente que preferirá no «revivir esos momentos de tensión» y dejar estar tranquilos a sus muertos, o que directamente pasará cuatro kilos de donde se pudra su tío el rojo. A esos, nadie les obliga a hacer nada, ni se menoscaba ninguno de sus derechos como consecuencia de la LMH; no va Garzón a mandarles los huesos por SEUR. Pero eso no significa que todo el mundo piense igual, ni que se pueda despreciar el dolor o el vacío de una persona porque, por fortuna, no se esté en la situación de entenderlo.

Además, me parece que todas estas acusaciones de «división», de «recuperación de momentos de tensión», etc. no tienen el menor sentido. Hasta el momento, pocas reivindicaciones o tensión he visto venir de parte de gente que se beneficie de la LMH. Los únicos que han montado garata, y subrayo, los ÚNICOS, han sido los que se oponen a ella con argumentos que a mí particularmente me parecen un tanto traídos por los pelos. No he visto a NADIE de los que serían beneficiarios directos de la LMH levantar la voz para quejarse de nada o clamar venganza, sino, en todo caso, para aportar expresiones de gratitud. Me resulta sospechoso, y alarmante, que precisamente los que se quejan de la «tensión» creada por la LMH sean los únicos que alimentan esa tensión con sus declaraciones.

Yo, de forma particularísima, creo que si me tocara a mí, a estas alturas no tendría sed de venganza, ni odio, ni probablemente rencor. Simplemente, si hubiera estado 60 años con la incertidumbre de saber dónde andan los restos de mi padre y me dan la opción de recuperarlos para hacer con ellos lo que crea oportuno, lo que sentiría sería alivio y agradecimiento. Por supuesto que no me «solucionaría» nada, en el sentido de que materialmente no gano nada con ello. Ninguna Ley me va a devolver al muerto, ni tiene ningún sentido práctico que yo me despida de él, lo entierre o lo incinere como yo quiera en mi intimidad. Hasta ahí, de acuerdo.

Pero hay muchísimos ejemplos de cosas que no tienen sentido práctico y que no solucionan nada: los mismos funerales, las bodas por la Iglesia (en general cualquier sacramento que se os ocurra, de cualquier confesión), el primer beso con nuestro novio/a, reencontrarnos con alguien que hace mucho tiempo que no vemos, las procesiones de Semana Santa, el himno nacional, la bandera… En todos los casos, si nos quedamos con lo realmente práctico y objetivo (enterrar un cadáver, firmar un papel, intercambiar saliva, una reunión, gente llevando estatuas de madera, música sin letra, un trozo de tela) tampoco parece que tengan el menor valor. El valor está en la parte subjetiva y simbólica que se le concede a cada acto, y creo que hay que aceptar que ese valor sólo pueden evaluarlo en toda su profundidad las personas que sean partícipes de él y no los observadores externos.

Si cualquiera de vosotros opina que una fosa común anónima es el mejor sitio para el cadáver de vuestro padre, madre, hermano, mujer o marido, hijo, etc. me parece estupendo. Pero si no creéis que lo sea, u opináis que deberíais poder elegir si los mandáis allí o a otro lado, no entiendo cómo os podéis permitir el lujo de negarle a nadie un tratamiento igual. Y que «lleve allí 60 años» no debería ser una excusa para dejar las cosas como están, sino para actuar con más rapidez, porque a la injusticia de estar enterrado en un lugar indigno se une la otra injusticia de haber tenido que esperar décadas a lo que cualquier persona puede hacer de forma inmediata.

Y, por favor, no sigáis con la perra de la distracción. Quien opine que la opinión pública es idiota y se va a olvidar de la crisis porque se hable de la LMH, pues allá él, pero creo que no vive en este mundo. Que no somos pececitos de colores, ome. Si nos ponemos así, mejor no licitamos las líneas 2, 3 y 4 de Metro, ni inauguramos la 1, ni las setas, etc. porque también van a distraer de la crisis. A ver si ahora resulta que hay que dejar todo paralizado porque haya otro tema importante desarrollándose.