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Amapolas Torcidas

Otros amigos

Y os recomiendo...

El genio de Úbeda [Cincel del verbo]

Como me aburro un poco de seguir dándole vueltas al mismo artículo, voy a hacer una pausa para traeros aquí al primer poeta. Va a ser una elección un poco rara, porque, aunque su habilidad poética es bastante notable, se le conoce bastante más por su faceta de cantautor. Me refiero, como no, al incombustible Joaquín Sabina.

Concierto Sabina y Serrat

No creo que haga falta que os cuente mucho de Sabina. Con una juventud bastante accidentada, que le llevó al exilio londinense (sus ideas comunistas no eran muy populares en la España de la época), vuelve al país con la muerte de Franco. Su primer disco, Inventario, lo edita poniendo él la pasta en 1978. Es un disco poco conocido, pero que tiene algunas letras que son excelentes poesías en sí mismas. Mi favorita, que he llegado alguna vez a recitar, es esta:

Palabras como cuerpos

Recuperar de nuevo los nombres de las cosas:
llamarle pan al pan, vino llamarle al vino;
al sobaco, sobaco; miserable al destino,
y al que mata llamarle, de una vez, asesino.
Nos lo robaron todo: las palabras, el sexo,
los nombres entrañables del amor y los cuerpos,
la gloria de estar vivos, la crítica, la historia…
pero no consiguieron robarnos la memoria.
Ellos tienen también cuerpo bajo la ropa:
piernas, uñas, sudor, vientre, mocos, colmillos,
manos que no acarician, dedos que no se tocan…
sólo saben firmar y apretar el gatillo.
Nosotros, que queríamos vivir sencillamente,
hermanos de la lluvia, del mar, de los amigos,
pronunciar las palabras que vencen a la muerte,
buscar bajo tu falda alimento y abrigo;
nosotros, que queríamos nombrar las amapolas,
decir viento, amanece, rabia, fuego, decir
que, si tu piel es costa, mi lengua es una ola,
nosotros que queríamos, simplemente, vivir…
nos vimos arrojados a este combate oscuro,
sin armas que oponer al acoso enemigo
más que el dulce lenguaje de los cuerpos desnudos
y saber que muy pronto va a desbordarse el trigo.
Y saber que, muy pronto, va a desbordarse el trigo.

He hecho antes una distinción entre «letra» y «poesía» porque, para mi gusto, una excelente letra para una canción no tiene por qué ser una excelente poesía, ni viceversa. Más que a la rima, me refiero al ritmo (a la forma de construir unos versos, si queréis). Uno de los elementos más importantes de muchos buenos poemas es el dominio de este ritmo, que hace que las frases salgan con fluidez de la boca al recitar; cuando se escribe una canción, es necesario supeditar la cadencia natural del lenguaje verbal a la propia de la música, con la que sólo es compatible hasta cierto punto. Por eso, es agradable (e infrecuente) encontrar letras que, como Palabras como cuerpos, no quedan cojas cuando se les despoja de la música, sino que pueden considerarse por sí solas poemas de pleno derecho.

Esta misma unión entre lo poético y lo musical se encuentra en uno de sus primeros éxitos: Calle Melancolía, perteneciente a su segundo álbum Malas Compañías y que de la que luego hizo una preciosa versión en directo. Salvo quizá por el estribillo, que rompe un poco el ritmo este con el que estoy tan pesado, es un poema formalmente muy bueno.

Calle Melancolía

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino; no preguntéis adónde.
Busco, acaso, un encuentro que me ilumine el día
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo, cada vez, más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera;
cruza por mi mirada un tren interminable.
El barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido
que viene de la noche y va a ninguna parte:
así mis pies descienden la cuesta del olvido
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo, como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse; soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras…
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

Mi impresión particular es que, conforme ha ido avanzando como cantautor, Sabina ha ido buscando más la musicalidad que la poesía en sus letras. Cosa lógica, por otra parte, pero que deja un poco cojas las letras «desnudas» cuando uno se ha acostumbrado a escucharlas dentro de sus maravillosas canciones. Pero, incluso en discos bastante más recientes, suele colarse algún guiño a sus raíces, en forma de canción con arreglos musicales muy sencillos y con una letra de estructura plenamente poética. De entre ellas, una de mis debilidades es esta: Tan joven y tan viejo, de Yo, Mi, Me, Contigo.

Tan joven y tan viejo

Lo primero que quise fue marcharme bien lejos.
En el álbum de cromos de la resignación
pegábamos los niños que odiaban los espejos
guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.

Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que a su antojo dispusiera de mí.
Ella me dio las llaves de la ciudad prohibida;
yo todo lo que tengo, que es nada, se lo di.

Así crecí volando, y volé tan deprisa
que hasta mi propia sombra de vista me perdió;
para borrar mis huellas destrocé mi camisa,
confundí con estrellas las luces de neón.

Hice trampas al poker, defraudé a mis amigos,
sobre el banco de un parque dormí como un lirón;
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
más de un beso me dieron… y más de un bofetón.

Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,
lo que sé del pecado lo tuve que buscar
como un ladrón debajo de la falda de alguna
de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.

Así que, de momento, nada de adiós muchachos;
me duermo en los entierros de mi generación.
Cada noche me invento, todavía me emborracho;
tan joven y tan viejo… like a rolling stone.

Como bonus añadido, la guitarra (y el silbido xD) de esta canción son de Carlos Varela, un artista del que sólo tengo un disco (Como los peces, el único que he visto físicamente aquí en España), pero que me encanta.

Para ir acabando, no puedo olvidarme de que Sabina también escribe poesía con frecuencia. El lugar típico para ello es su columna en Interviú, donde ha tenido algunas bastante sonadas (su llamamiento al voto útil cabreó bastante a Llamazares, como es comprensible, y no hace mucho también puso de vuelta y media a la inefable Curry Valenzuela). Tiene también un excelente libro de sonetos, Ciento volando de catorce. Dos de mis sonetos favoritos, sin embargo, no son de ninguno de esos sitios, pero sí que son bastante conocidos porque en sus actuaciones en directo los ha metido como prólogo a sus canciones ¿Quién me ha robado el mes de abril? y Cerrado por derribo. Del primero, aunque me ha costado bastante, he encontrado en Youtube un vídeo en el que está el poema recitado por Sabina (junto a lo que supongo que será otra versión alternativa), aunque sin la canción asociada. El segundo soneto (que es a su vez una versión algo distinta de otro soneto que aparece en Ciento volando) sí que os lo puedo dejar, junto a su canción correspondiente, como despedida.

¿Quién sangra por do más pecado hubiere?,
¿quién me cambia por tul desilusión?,
¿quién sazona el amor con alfileres?,
¿quién me descorazona el corazón?

¿Quién quema relicarios, pilas, naves,
quién alquila mujeres de alquiler?
¿Quién ha sacado copia de la llave
de los secretos de mi secreter?

¿Quién oxida el limón de las campanas?
¿Quién se sabe perdido cuando gana?
¿Quién me ha metido el dedo en la nariz?

¿Quién roba, silva, reza, desayuna?
¿Quién planta girasoles en la luna?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?

— — — — — — — — — — — — — — — — —

Este adiós no maquilla un «hasta luego»,
este nunca no esconde un «ojalá».
Estas cenizas no juegan con fuego;
este ciego no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré.
Ahórrate el acuse de recibo:
estas vísperas son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre,
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir;

este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti.

Concierto Sabina y Serrat

Disclaimers varios xD: Esto, obviamente, representa mi opinión e interpretación personal, claramente parcial (entre otras cosas, porque Sabina me encanta). Comas, puntos y coma y similares están puestas un poco a voleo, de la forma en que yo entiendo que quedan mejor, pero probablemente el propio Sabina las pondría de otra manera (eso sí, no me fío de las letras en los libretos de los discos). Las fotos son mías, del concierto que Sabina dio en Jerez junto a Serrat en la gira de Dos Pájaros de un Tiro. Y, como es evidente, me ha ayudado mucho, y queda muy recomendada, la página joaquinsabina.net.